Odoo funciona mejor cuando se gobierna con reglas claras: primero configuración estándar, después automatizaciones sin código y, solo si es indispensable, desarrollo encapsulado en módulos propios. Mantén dos entornos (pruebas y producción) con copias de seguridad y un plan de reversión sencillo. Define un calendario de cambios y versiona tus ajustes para saber qué se modificó y por qué. Documenta los flujos clave (ventas, compras, inventario, aprobaciones) y nombra a un responsable por proceso para que las decisiones no dependan de “quién se acuerde”. Cuida los datos maestros: catálogos limpios, campos obligatorios y reglas de validación para evitar errores en cascada. Mide adopción con métricas simples —tiempo de registro de ventas, órdenes sin stock, facturas cobradas a tiempo— y usa esos indicadores para decidir si una personalización se justifica. El objetivo es que Odoo evolucione contigo sin volverse frágil: cambios ordenados, pruebas cortas y mejoras que agregan valor real.